ENEAS
Partida de Troya
Partida de Troya
Virgilio es el autor más
representativo de la literatura latina. Nos cuenta en su obra la Eneida las aventuras que vivió el
héroe Eneas, hijo de Anquises y Venus, desde que sale de
la guerra de Troya hasta que llega a las costas de Italia. Una vez allí, nos
cuenta los diversos combates que sostiene contra los habitantes de Lacio hasta
conseguir la victoria.
Cuando los griegos acompañados
por Eneas salen de Troya, zarandeado por una tempestad, llegan a las costas
africanas y son acogidos por la reina Dido. Entonces Eneas le cuenta lo
sucedido en Troya durante la última noche. Menciona la estratagema del caballo
de madera con la que de nada sirvieron las advertencias de Laocoonte o
Casandra.
Laocoonte era sacerdote de Apolo,
su esposa era Antíope. Este personaje atrajo la cólera del dios por unirse a su
mujer delante de la estatua consagrada, lo cual era un sacrilegio. Cuando los
griegos simularon el reembarque dejando el caballo de madera en la playa, los
troyanos encargaron a Laocoonte que ofreciese un sacrificio a Poseidón, pero
dos gigantescas serpientes salieron del mar y se enroscaron entre él y sus
hijos y perecieron ahogados.
Casandra, hija de Príamo y
Hécuba, recibió el don de la adivinación de Apolo, pues el dios se enamoró de
ella. Pero, al no verse correspondido, el dios la privó del don de la
persuasión. En cada uno de los momentos cruciales de la historia de Troya
Casandra menciona una profecía que anuncia el fin de la ciudad. Se opone con
todas sus fuerzas, apoyada por el adivino Laocoonte, a introducir el caballo de
madera en las murallas de la ciudad.
Cuando los griegos salen de la
ciudad, Eneas intenta cargar con todos sus bienes y su familia:
“Pronto, anciano y débil padre,
súbete a mi cuello, que yo te llevaré sobre mis hombros. Mi tierno hijo Julo
vendrá con nosotros, y mi esposa Creusa seguirá nuestros pasos. Y vosotros,
compañeros, reunid a todos los que han sobrevivido y encontrémonos bajo el
ciprés del viejo templo de Ceres, a la salida de la ciudad. Tú, padre, llevarás
en tus manos las sagradas imágenes de nuestros antepasados”.
Marcharon de noche, pero al
llegar a las puertas de la ciudad, Creusa había desaparecido. Cuando Eneas
volvió a buscarla, solo encontró su fantasma que le consoló diciendo que no se
apenara, pues al menos no sería esclava de los griegos.
Eneas menciona también su
travesía en mar hasta la llegada a costas africanas, el encuentro con los
cícones, la amenaza de Escila, su enemistad con la diosa Juno…
Eneas y Dido
Se dice que Venus enamoró a Dido
ante la presencia de Eneas. Sorprendidos por la lluvia en una cacería, Dido y
Eneas se refugian en una cueva y se convirtieron en amantes. Tras un tiempo, Eneas
se resistió a partir, a pesar de la insistencia de sus compañeros, hasta que se
le apareció Hermes y le ordenó que continuara su misión de fundar una
nueva estirpe, los romanos. Dido no quiere que se marche, pero en plena noche
huyen y Dido se suicida clavándose la espada de Eneas en el pecho y arrojándose
a una pira ardiendo.
Eneas en el Hades
Eneas organizó en Sicilia unos
juegos fúnebres en honor a Anquises. Después se dirigió a Italia y en Cumas
fue a visitar a la Sibila, quien le mostraría el espíritu de su padre:
“Nacido de sangre de dioses, troyano
Anquisíade, fácil es el descenso al Averno, pero volver a la luz es difícil,
pocos lo lograron. Si te empeñas en tan insensata empresa, deberán antes
apoderarte de la rama de un árbol de oro, como regalo a Proserpina”.
Tras cumplir el encargo y
sacrificar cuatro negros novillos, Eneas desenvainó su espada y se lanzó tras
la Sibila por la entrada de una negra caverna. Cruzaron los negros reinos de
Plutón habitados por monstruos; vieron los ríos del Hades, Aqueronte y Cócito,
y llegaron a la laguna Estigia; con una rama de oro compraron el favor
del barquero Caronte; con una torta de miel y adormidera aplacaron al can Cerbero;
pasaron por las llanuras de los asfódelos, donde Eneas pudo reconocer algunas
de las almas de los griegos y la de Dido.
Llegaron a los Campos Elíseos,
donde Eneas ofreció a Proserpina la rama de oro. Allí encontró a Anquises,
quien le dijo: “Voy a mostrarte la gloria futura de la estirpe troyana. Mira a
todos tus descendientes. Una ciudad de siete colinas será su sede. Los del
linaje de Julo, con el nombre de Julios, brillarán en la tierra”.
A la hora de emprender el camino
de vuelta, encontró dos puertas: una, la del Sueño, de cuerno; la otra, de marfil.
Por esta salió Eneas y volvió junto a su flota siguiendo las indicaciones de la
Sibila de dirigirse al Lacio. Allí sería recibido por el rey Latino.
Un oráculo ya había vaticinado que su hija Lavinia se uniría a un
extranjero, aunque la joven ya estaba prometida a Turno, rey de los rútulos.
La Guerra del Lacio
Turno enfurecido, por haber
perdido a Lavinia, reunió a su ejército y declaró la guerra a Eneas y Latino.
Eneas acabó enfrentándose a Turno en combate singular. Turno murió
atravesado por la espada de Eneas.
Eneas fundó una nueva ciudad que
recibió el nombre de Lavinium.
Julo Ascanio
El hijo de Eneas y Creusa se
llamó Julo Ascanio y fue adoptado por Lavinia. Fundó una nueva ciudad en
el Lacio llamada Alba Longa. En la ciudad se conservó la figura de Minerva que
su abuelo transportó al salir de Troya. Los oráculos vaticinaron que una mujer
de su estirpe se uniría al dios Marte y engendraría gemelos. Uno de ellos
crearía una ciudad que dominaría el mundo.
Enlace al vídeo sobre "La Eneida de Virgilio".
Enlace al cuadro de "Eneas saliendo de Troya" de Federico Barocci.
Eneas portando a su padre Anquises de Miguel Ángel, Capilla Sixtina.