TESEO
El oráculo de Delfos
El oráculo de Delfos
Egeo, rey de Atenas, fue a Delfos para consultar al oráculo de
Apolo sobre cómo tener un hijo varón. Apolo contestó: “No debes desatar el odre
de vino hasta llegar a Atenas”. En su regreso se desvió y llegó a Trecén, donde
consultó al rey Pítaco. El rey
interpretó que el oráculo le advertía del peligro de engendrar un hijo antes de
llegar a Atenas, pero en lugar de contárselo a Egeo, decidió emborracharle y
ofrecerle a su hija Etra.
Egeo le dijo a su hija que,
cuando naciese el niño, lo criase sin que supiese quién era su padre, pues
temía por su vida. Cuando Teseo se
hizo mayor, le reveló su origen y lo llevó ante una roca, la cual debía
levantar para encontrar la espada y las sandalias que le pertenecían.
Teseo decidió ir a Atenas y para
ello escogió el peligroso camino que pasa por Corinto. En él podría encontrarse
con el cruel Proscusto, que vivía al lado del camino y tenía dos lechos, uno
corto y otro largo. Ofrecía el lecho largo a los caminantes de baja estatura y
a fuerza de martillazos los igualaba a él, en cambio a los altos les ofrecía el
lecho corto y con una sierra les cortaba las partes del cuerpo que sobresalían.
Teseo en Atenas
Medea no consiguió darle un hijo varón a Egeo. Cuando Teseo fue
invitado a un banquete en el palacio, Medea quiso librarse de él envenenando su
copa, pero antes de beber, el joven sacó su espada y Egeo le reconoció e
impidió que lo bebiera. Medea escapó tras una nube de humo.
Egeo ya tenía un heredero y alguien que librara a la
ciudad del tributo que pagaban al rey de Creta, Minos. Cada nueve años debían enviar en un barco siete jóvenes y
siete muchachas que no regresaban jamás.