martes, 17 de marzo de 2020

Mitología: La Guerra de Troya

 LA GUERRA DE TROYA 

 Tetis y Peleo 


Zeus se enamoró de Tetis, una de las 50 hijas del dios marino Nereo, y quiso unirse con ella, pero el anciano dios Proteo predijo que el hijo que naciera de esa unión superaría con mucho a su padre. Por ello, Zeus decidió que Tetis se casara con un mortal. Peleo, aconsejado por Zeus, intentó seducirla. La diosa, que tenía facilidad para cambiar su figura, se transformó en ave, en árbol… para evitarlo. Peleo consultó al dios Proteo, quien le dijo que no desistiera de su intento. Finalmente consiguió unirse a la diosa.


La boda se celebró en el monte Pelión y a ella asistieron los dioses olímpicos, las nereidas, las musas, los centauros y los amigos y familiares de Peleo. Recibieron multitud de regalos. Pero una de las diosas no había sido invitada, la diosa Eris o Discordia. Como venganza, esta se presentó en el banquete y arrojó sobre la mesa una manzana del Jardín de las Hespérides que llevaba grabadas estas palabras: “Para la más hermosa”. Inmediatamente, tres diosas se lanzaron a por la manzana: Hera, Atenea y Afrodita. Como no se ponían de acuerdo, Zeus decidió que debía resolver la disputa un mortal, Paris. Así, Zeus ordenó a Hermes, el mensajero de los dioses, que se trasladara al monte Ida con las diosas, donde Paris apacentaba diariamente su rebaño.

 Paris 


En realidad Paris no era pastor, sino hijo de Príamo y Hécuba, reyes de Troya. Cuando Hécuba estaba a punto de dar a luz, soñó que de su vientre salía una antorcha ardiente que extendía el fuego por toda la ciudad quemándola. Ésaco, otro hijo de Príamo, interpretó el sueño como que ese hijo sería la ruina de su patria y debían abandonarlo. Príamo se lo entregó a un criado para que lo abandonara en el monte Ida, pero este lo crió como si fuera su hijo. Así creció, creyendo que era hijo de un pastor.


Hermes comunicó al joven la decisión de Zeus. Las diosas, tras bañar sus maravillosos cuerpos, se presentaron ante él y cada una le hizo una promesa: Atenea le ofreció conquistar Grecia; Hera, reinar sobre Asia y Europa; y Afrodita, el amor de la mujer más bella del mundo.

Cuadro de "Las bodas de Tetis y Peleo" de Jacques Jordaens, Museo del Prado.
Cuadro de "El Juicio de Paris" de Pedro Pablo Rubens, Museo del Prado.
Cuadro de "El Juicio de Paris" de Pedro Pablo Rubens, Museo del Prado.
Cuadro de "El Juicio de Paris" de Francesco Albani, Museo del Prado.
Cuadro de "El Juicio de Paris" parodia animal de Federico Jiménez Fernández, Museo del Prado.
Cuadro de "Las Tres Gracias" de Pedro Pablo Rubens, Museo del Prado.

 Aquiles 

De la unión de Tetis y Peleo nació Aquiles. Cuando este nació, Tetis abandonó a Peleo y volvió al fondo del mar. Se dice que nacieron otros hijos, pero la diosa, incapaz de aceptar la condición de mortales que habían heredado de su padre, intentó matarlos con magia o arrojándolos al fuego. Peleo sorprendió a la diosa intentando quemar a Aquiles. Consiguió salvarlo pero desgraciadamente el pie derecho ya se había quemado. Fue el centauro Quirón quien evitó que el niño quedara cojo con una prótesis que sacó del cadáver de un gran corredor, el gigante Dámiso. Es por eso que Aquiles es considerado el más veloz.
Otra versión del mito dice que Aquiles fue el primer hijo de Tetis y Peleo. La diosa, para hacerlo inmortal, intentó sumergirlo en las aguas de la laguna Estigia, pero para introducirlo en el agua debía sujetarlo de un pie, por lo que esa parte de su cuerpo quedó vulnerable (vulnus: herida). Cuando Tetis abandonó a Peleo, Aquiles fue enviado a casa de Quirón, en el monte Pelión, para que lo educara. Cuando era pequeño, la diosa sabía que, si su hijo iba a la guerra de Troya, no volvería con vida. Por eso lo escondió en Esciro, en la corte del rey Licomedes.

Transcurrido el tiempo, el adivino Calcante hizo saber que Troya no sería conquistada sin la presencia de Aquiles. Odiseo, rey de Ítaca, descubrió al joven haciendo sonar una trompeta. Este pensó que era la guerra y se desgarró el vestido en busca del escudo y la lanza. Aquiles prefirió la gloria a una vida larga. Antes de marchar a la guerra, reconoció como propio al hijo de Deidamía, que estaba a punto de dar a luz, Neoptólemo.

Cuando fue a la guerra de Troya se dio cuenta de que las murallas eran más poderosas de lo que había hecho creer Agamenón el Atrida, rey de Micenas. Príamo contaba además con ayuda de multitud de tropas. En uno de los ataques, Aquiles tomó como botín a una muchacha llamada Briseida, pero Agamenón se la arrebató. Esto provocó que el Pelida se retirara del combate.


Aquiles encontró la muerte a manos de Paris, quien le lanzó una flecha que fue a dar en su punto más débil, el talón (expresión “el talón de Aquiles”).

Cuadro de "Briseida devuelta a Aquiles por Néstor" de Pedro Pablo Rubens, Museo del Prado.
Cuadro de "Aquiles descubierto por Ulises y Diomedes" de Pedro Pablo Rubens, Museo del Prado.
Cuadro de "Aquiles descubierto entre las hijas de Licomedes" de Pedro Pablo Rubens, Museo del Prado.
Imagen de "Sarcófago con la historia de Aquíles y Políxena", Museo del Prado.

 Patroclo 


Héctor privó de la vida a Patroclo, hijo de Menecio, con una lanza. Descendió entonces al Hades guiado por Hermes. Para ello, dejaron atrás las corrientes del río Océano y el país de los sueños. A los espíritus de los muertos se les permitía hablar a los vivos mientras dormían. Este visitó a Aquiles, el de los pies ligeros, y le pidió que le enterrase para poder pasar las puertas del Hades. Aquiles le respondió y le otorgó un cortejo fúnebre. Para ello se mataron y desollaron muchas ovejas y bueyes. Con su grasa cubrieron el cadáver, sobre el que Aquiles vertió un ánfora llena de miel y otra de aceite. Se degollaron además dos perros e incluso doce hijos de Troya ilustres. Prendió entonces fuego a la pira y sobre ella cayeron los vientos Bóreas y Céfiro. Durante toda la noche, Aquiles realizaba libaciones con vino. Cuando la aurora, de dedos rosados, apareció anunciando el día, la pira se apagó. Los restos de Patroclo se guardaron en una urna de oro que Aquiles guardó en su tienda y se erigió un túmulo donde había ardido la pira. A continuación, Aquiles convocó a todos los aqueos a participar en los juegos fúnebres en honor a Patroclo.

 Príamo y Hécuba 

Cuadro de "El dolor de Hécuba" de Leonaert Bramer, Museo del Prado.

 Héctor 

Cuadro de la "Despedida de Hector y Andrómaca" de Julien de Parma, Museo del Prado.

 Helena 


Se dice que fue Helena, la mujer más bella del mundo, hija de Zeus y Leda, la causante de la guerra de Troya. Leda, reina de Esparta, fue seducida por Zeus transformado en cisne. De esa unión nació, según algunas versiones, un huevo del que salió la joven. Según otras versiones fueron dos huevos, de los cuales nacieron, por un lado, Helena y Pólux y, por otro, Castor y Clitemnestra. Cuando nació, el rey Tindáreo la acogió. Castor y Pólux son conocidos como los Dioscuros.

Una leyenda ignorada por Homero menciona el rapto de Helena por Teseo, cuando aún era una niña. Este la confió a su madre para que la cuidara. Pero los Dioscuros la rescataron cuando Teseo marchó a los Infiernos con su amigo Pirítoo a raptar a Perséfone.

Cuando regresó a Lacedemonia, Tindáreo pensó que había llegado el momento de casarla. Ante el gran número de pretendientes y temiendo una guerra, escuchó el consejo de Ulises (Odiseo), quien se prestó a ayudarle a cambio de recibir en matrimonio a Penélope. Todos los presentes acatarían la decisión de Helena y acudirían en ayuda del elegido en situación de guerra. Helena eligió  Menelao y su hermana Clitemnestra contrajo matrimonio con Agamenón.

Helena era la mujer más bella del mundo y Afrodita había prometido entregársela a Paris, a cambio de ser elegida como la diosa más bella y recibir la manzana d oro del Jardín de las Hespérides que la diosa Discordia lanzó en las bodas de Tetis y Peleo. Paris raptó a Helena y se la llevó a Troya, lo que desencadenó la guerra. Allí fue acogida por Príamo y Hécuba, que quedaron maravillados ante su belleza.

La guerra duró diez años. En el noveno parecía que iban a vencer los troyanos, pero Aquiles regresó al combate y mató a Héctor, arrastrando después su cadáver del carro alrededor de las murallas. Luego murió Aquiles, Áyax se suicidó, murió Paris y finalmente se produjo el engaño del caballo.


Los troyanos pensaron que los griegos se habían rendido y habían abandonado el campamento. Creyeron que el gran caballo de madera que habían dejado a las puertas de la ciudad era un regalo para los dioses. Decidieron meter el caballo en la ciudad, pero por la noche salieron de su vientre los soldados griegos y provocaron una gran matanza, incendios y la destrucción de la ciudad de Troya.

Cuadro de "La Fábula de Leda" de Eugenio Cajés, Museo del Prado.
Cuadro de "El Rapto de Helena" de Jacopo Robusti Tintoretto, Museo del Prado.
Cuadro de "El Rapto de Helena" de Juan de la Corte, Museo del Prado.

 Casandra 



Vídeo de Academia Play sobre Troya.



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