martes, 17 de marzo de 2020

Mitología: Edipo

 EDIPO 

 El enigma de la esfinge 

Los reyes de Tebas, Layo y Yocasta, tuvieron un hijo llamado Edipo, pero un oráculo vaticinó que este niño mataría a su padre. El rey ordenó a un esclavo que acabara con la vida del recién nacido llevándolo al monte Citerón, pero un pastor se apiadó y se lo entregó a los reyes de Corinto, Pólibo y Mérope.

Cuando Edipo se hizo mayor, el oráculo de Apolo en Delfos le anunció otros males: daría muerte a su padre y se casaría con su madre. Al oír esto, decidió marcharse a un lugar donde jamás pudieran cumplirse estos vaticinios.

Por el camino fue violentamente arrojado por un carro en el que iba un hombre y su criado. Se produjo entonces un enfrentamiento y el hombre del carro acabó muriendo.

Después llegó a la ciudad de Tebas, donde un monstruo con cuerpo de león y rostro de mujer se había establecido junto al camino de entrada. Se trataba de la Esfinge. Desde allí, formulaba un enigma a todos aquellos que entraban o salían de Tebas y, si no sabían la respuesta, los mataba. Cuando Edipo se acercó, la Esfinge dijo: “¿Cuál es el ser que anda  primero con cuatro patas, después con dos y por último con tres y, contrariamente a la ley general, es más débil cuantas más patas tiene?”. Edipo respondió que se trataba del hombre. Llena de rabia, la Esfinge se precipitó desde lo alto de las rocas y acabó con su propia vida.

(Ha llegado a nosotros un segundo acertijo: “Son dos hermanas, una de las cuales engendra a la otra y, a su vez, es engendrada por la primera”. La respuesta es: el día y la noche.)

 Edipo rey 


Cuando los ciudadanos supieron de lo ocurrido con el monstruo se lo hicieron saber a Creonte, hermano de Yocasta y encargado de ocupar el trono por el reciente fallecimiento del rey. Creonte le otorgó el trono por haberles librado de aquel mal y se unió en matrimonio con Yocasta.

Se extendió por la ciudad una peste que acabó con gran parte de los ciudadanos. Los tebanos, encabezados por el sacerdote de Zeus, se presentaron ante Edipo como suplicantes para rogarle que les librara de aquel mal. El oráculo les dijo que debían expulsar de la ciudad al asesino de Layo. Edipo aseguró que así sería y ordenó que se iniciaran las investigaciones.

Como las investigaciones no daban fruto, se consultó al adivino Tiresias, experto en auspicios. Este dijo que el asesino era el mismo Edipo, lo que le llenó de temor. Yocasta, para tranquilizarlo, le contó que no siempre se cumplen los oráculos, pues ella y Layo tuvieron un hijo al que abandonaron, ya que sería el causante de su muerte, y al final los que acabaron con su vida fueron unos bandidos en una encrucijada, según los rumores. Edipo se dio cuenta de la realidad. Le contó a Yocasta que fue él mismo quien se cruzó con Layo por el camino y le mató.

Un mensajero que llegó al palacio aseguró esta versión y les contó que él había llevado al niño al monte Citerón cuando era un bebé y lo entregó a los reyes de Corinto.

Cuando Yocasta supo la verdad, se arrancó el cabello con ambas manos y se suicidó. Edipo, al verla, se rasgó los ojos con dos alfileres del vestido de Yocasta quedándose ciego. Luego salió de la ciudad dejando el trono a sus dos hijos, Eteocles y Polinices. Sus hijos se negaron a auxiliarlo, por lo que su padre los maldijo diciéndoles que moriría uno a manos del otro. De sus dos hijas, Antígona e Ismene, fue la primera quien le acompañó al destierro. Murió Edipo en el destierro, acogido por el rey Teseo.

 Los siete contra Tebas 


Cuando Edipo salió de Tebas, los dos hijos acordaron ocupar el trono alternativamente un año cada uno. Primero gobernó Etéocles, pero transcurrido el año, se negó a ceder el reino. Entonces Polinices, ayudado por el rey Adrasto, organizó un ejército con el que marchó contra Tebas. Murieron muchos hombres en la batalla y ambos hermanos llegaron a luchar en combate singular, donde ambos perecieron como predijo su padre.

Entonces se hizo cargo del trono Creonte y ordenó que se enterrara a Eteocles y que se dejara insepulto a Polinices por haber atacado la ciudad. Pero Antígona, que había regresado a Tebas tras la muerte de Edipo, decidió enterrar a su hermano y otorgarle honras fúnebres asegurando que ningún mortal podía pasar por encima de las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses. Por ello Creonte la encerró en una tumba donde ella se suicidó.

PDF de la Biblioteca Virtual Universal, "Edipo rey" de Sófocles.