LA NOVELA
INTRODUCCIÓN
Los romanos, al igual que los griegos, no
tuvieron jamás conciencia de la novela como género literario específicamente
definido (en griego mythos y en latín
mythistoria o fabula). El género novelesco fue un género sencillo, sin normas
estrictas, donde la realidad y la fantasía se mezclan.
No es un género serio, carece de función específicamente
pedagógica, su finalidad es ante todo entretener. En Grecia estaban dirigidas a
un público masivo y poco culto, mientras que en Roma era más restringido y
culto. Hay aspectos en la novela romana que recuerdan al género satírico,
mientras que la novela griega es más fantasiosa. La novela latina narra
aventuras en primera persona, presenta personajes con una personalidad compleja
y rica.
Los orígenes de la novela romana podemos
encontrarlos en autores como Arístides (s. I d. C.) con sus Historias Milesias, que fueron
traducidas al latín por Sisena (s. I a. C.). Se trata de narraciones breves en
tono un tanto obsceno.
AUTORES Y OBRAS
Petronio
nos ha legado una obra titulada Satiricón.
Aún hoy se duda de la personalidad de Petronio. Se dice que C. Petronio Arbiter
era un aristócrata contemporáneo y amigo de Nerón, amante de los placeres
refinados. Fue procónsul en Bitinia y acabó cayendo en desgracia y suicidándose
en el año 66 d. C., como tantos partidarios y admiradores de Nerón. Su obra es
fragmentaria, constaba al parecer de dieciséis libros, de los que han llegado
hasta nosotros el decimoquinto, el decimosexto y parte del decimocuarto. El
núcleo básico se conoce como Cena de
Trimalción, que cuenta cómo discurre un lujurioso banquete. En una colonia
griega del sur de Italia, Encolpio, el protagonista, y su amigo Ascilto entran
en contacto con Agamenón, un orador de la época que los lleva a cenar a casa de
su amigo Trimalción, un liberto venido de oriente que ha llegado a ser un
personaje notable en dicha colonia. Se llena el relato de realismo, caricaturas
feroces, descripciones exactas, personajes grotescos, vicios y excesos…
Apuleyo
(125-170 d. C.), un siglo después, muestra su obra Metamorfosis o el Asno
de oro. Comparte con el Satiricón
el gusto por la peripecia y los entresijos de la sociedad. Un hombre, Lucio, de
viaje por Grecia, va a alojarse en casa de una mujer que realiza prácticas de
magia y hechicería. Fascinado por ello, se introduce a escondidas en el
laboratorio e ingiere por error una pócima que no le convierte en pájaro, como
él pretendía, sino en burro. Así conserva las facultades psíquicas y mentales
del hombre pero adquiere el cuerpo de un asno. Unos ladrones saquean la casa y
se llevan consigo al asno. A partir de ese momento se sucede todo un sinfín de
peripecias que llevarán al asno Lucio a presenciar el rapto de una doncella
(Cárite) y su posterior liberación; su segundo apresamiento y una nueva
liberación a cargo del novio de la doncella, Tlepólemo, quien, sin embargo, muere
en compañía de su amada líneas más adelante; venta del asno Lucio a unos
sacerdotes de Cibeles, paso posterior a casa de un molinero, luego a la de un
jardinero, después a la de un soldado y finalmente a la de un repostero. Sufre
las desventuras amorosas de una matrona que se enamora de él, al igual que una
mujer condenada a muerte en el anfiteatro. Todos los intentos por recobrar la
forma humana son baldíos, hasta que decide incorporarse, ya en el libro XI, al
cortejo de la diosa Isis, donde lame un manojo de rosas y recobra su forma
humana. Se intercalan además en esta obra relatos de índole diversa. El más
famoso es, sin duda, el cuento de Cupido
y Psique, que pone Apuleyo en boca de una vieja que intenta distraer a la
joven Cárite durante su secuestro.