martes, 17 de marzo de 2020

Mitología: Jasón

 JASÓN 

 Infancia y adolescencia 

En la ciudad de Yolco reinaba Esón, casado con Alcmena; pero su hermanastro Pelias le arrebató el trono y lo encarceló de por vida. Llevaron a su hijo Jasón, de apenas unos meses, a las montañas para que lo educara el centauro Quirón.

Cuando Jasón llegó a la adolescencia, regresó a la ciudad de Yolco. Se había convertido en un joven muy atractivo, pero iba vestido de un modo extraño: con una lanza en cada mano y cubierto con una piel de pantera, llevaba una sola sandalia, pues la otra la perdió al atravesar un río. Un oráculo ya le había advertido a Pelias que se protegiera del hombre con una sola sandalia.

Cuando Jasón fue al palacio, le reclamó a Pelias el trono de su padre. Pelias no se atrevió a negarse, preocupado por el oráculo, y le dijo que se lo devolvería si le traía el vellocino de oro. Jasón, después de aceptar, hizo correr la voz de que iba a emprender una gloriosa empresa y no menos de cincuenta héroes acudieron a su llamada para participar. Entre los que se embarcaron se encontraban: Orfeo, el maravilloso poeta y cantor que con su lira era capaz de amansar a las olas; Cástor y Pólux, hermanos de Helena y Clitemnestra; Heracles; Peleo, etc. Se presentó incluso Atalanta, la única mujer de la expedición, famosa atleta y gran luchadora.

El vellocino era la piel de un carnero alado, de lana de oro, regalo de Zeus que, muchos años antes, Hermes le había llevado a Néfele, esposa de Atamante, rey de Orcómeno, para salvar a sus hijos Hele y Frixo. Atamante decidió volver a casarse y repudiar a Néfele, y su nueva esposa le convenció para que acabara con sus hijos. Los niños huyeron volando hacia el Este sobre el magnífico carnero alado. Sin embargo, durante el trayecto, la niña cayó al mar y se ahogó, desde entonces ese mar recibió el nombre de Helesponto, es decir, el mar de Hele. Frixo en cambió consiguió llegar a la lejana Cólquide, donde lo acogió el rey Eetes, hijo del Sol. Frixo sacrificó al carnero y le regaló la piel a Eetes, que la colgó de un árbol gigantesco en el bosque sagrado de Ares, donde permanecía custodiada por un terrible dragón.

 La expedición de los Argonautas 

Argo construyó una magnífica nave con madera del monte Pelión siguiendo los consejos de Atenea. Colocó en ella un madero de roble que tenía la facultad de hablar. La nave recibió el nombre de su constructor, nave Argo.

Emprendieron la marcha y pusieron rumbo a Oriente. Corrieron muchas aventuras, incluso llegaron a Lemnos, donde la reina Hipsípila se hizo amante de Jasón y concibieron dos hijos. Luego viajaron a Tracia para preguntar al adivino Fineo cómo llegar a la Cólquide, pero para ello debían librarle de las Harpías, que le atormentaban desde hace tiempo. Entonces prepararon una mesa llena de alimentos y, cuando las Harpías bajaron del cielo para comer, les dieron muerte.

 La Cólquide 

Siguiendo las indicaciones de Fineo, llegaron ante las enormes Rocas Simpliégades, que chocaban entre sí una y otra vez envueltas en niebla. Los argonautas consiguieron atravesarlas y las rocas se quedaron fijas desde entonces.

Después de visitar distintos pueblos como el de las amazonas, entraron a la tierra de la Cólquide. Jasón se dirigió al palacio de Eetes para pedirle el vellocino. Eetes prometió dárselo si conseguía uncir dos toros salvajes de pezuñas de bronce que expulsaban fuego por la boca, araba con ellos un campo y sembraba en él unos dientes de dragón.

Eetes tenía una hija, Medea, a quien la diosa Hécate hizo experta en hierbas y venenos, sortilegios y cantos capaces de apaciguar el agua y el fuego, o detener el curso de los astros. La diosa Hera hizo que se enamorara de Jasón y Medea le entregó a este un ungüento que le haría inmune al fuego y a las heridas durante un día. También le advirtió de que, una vez sembrados los dientes de dragón, de ellos brotarían guerreros gigantes, y le aconsejó que lanzara una piedra entre ellos, pues con ello se matarían entre sí. A cambio Jasón le juró amor eterno y le prometió llevarla a Grecia para casarse con ella.

Una vez superada la prueba, Eetes se negó a entregarle a Jasón el vellocino y proyectaba destruir Argo y a sus tripulantes. Pero Medea huyó durante la noche junto a Jasón. Acudieron al bosque de Ares y llegaron al roble infinito donde se encontraba el vellocino. Medea se lanzó frente al dragón que lo custodiaba y, mirándolo fijamente a los ojos, al tiempo que entonaba un dulce canto,  lo hipnotizó. Huyeron así con el vellocino.

Medea llevaba consigo a su hermano menor, Apsirto, pero, al ver que las naves de su padre iban a darles alcance, mató a su hermano y lo despedazó para arrojar las partes al mar y conseguir que Eetes se detuviera a recogerlas. Zeus, indignado por este crimen, les envió una tempestad y deberían purificarse ante Circe, la tía de Medea. Cuando llegaron a Eea, Circe los purificó del crimen. Después Jasón y Medea se casaron.

 El regreso a Yolco 

Tras descansar un tiempo en Creta, regresaron a Yolco, donde Jasón entregó a Pelias el vellocino. Este, sin embargo, se negó a cederle el trono y, en su ausencia, había dejado que sus padres murieran. Por ello Medea trazó un plan. Despedazó un viejo carnero en presencia de las hijas de Pelias y lo coció en una caldera, sacándolo a continuación convertido en un corderillo. Las hijas, convencidas, creyeron que a ellas les ocurriría lo mismo y rejuvenecerían, pero al introducirse en la caldera perecieron.

Jasón y Medea huyeron a Corinto, tuvieron dos hijos y vivieron allí diez años, hasta que Creonte, rey de Corinto, le ofreció a Jasón en matrimonio a su hija. Jasón repudió a Medea.

 Medea 

A pesar de haber sido una esposa fiel, una gran madre y haber sacrificado a su propia familia por Jasón, fue repudiada. Además, Jasón le reprochó el no preocuparse por el futuro de sus hijos, pues así vivirían como príncipes.

Medea fingió resignarse al destierro, pero antes de partir consiguió que sus hijos le entregaran a la nueva esposa, Glauce, un vestido para la ceremonia. Glauce se lo puso y empezó a notar temblores, una blanca espuma le salió de la boca y, finalmente, cayó abrasada en llamas.

Antes de que pudiera volver Jasón al palacio, Medea acostó a sus hijos y les dio muerte. Al amanecer incendió su casa y huyó a Atenas junto a Egeo en un carro con caballos alados que le había enviado su abuelo Helio.