JASÓN
Infancia y adolescencia
Infancia y adolescencia
En la ciudad de Yolco reinaba Esón, casado con Alcmena; pero su hermanastro Pelias le arrebató el trono y lo encarceló de por vida. Llevaron a
su hijo Jasón, de apenas unos meses,
a las montañas para que lo educara el centauro Quirón.
Cuando Jasón llegó a la
adolescencia, regresó a la ciudad de Yolco. Se había convertido en un joven muy
atractivo, pero iba vestido de un modo extraño: con una lanza en cada mano y
cubierto con una piel de pantera, llevaba una sola sandalia, pues la otra la
perdió al atravesar un río. Un oráculo ya le había advertido a Pelias que se
protegiera del hombre con una sola sandalia.
Cuando Jasón fue al palacio, le
reclamó a Pelias el trono de su padre. Pelias no se atrevió a negarse,
preocupado por el oráculo, y le dijo que se lo devolvería si le traía el
vellocino de oro. Jasón, después de aceptar, hizo correr la voz de que iba a
emprender una gloriosa empresa y no menos de cincuenta héroes acudieron a su
llamada para participar. Entre los que se embarcaron se encontraban: Orfeo, el
maravilloso poeta y cantor que con su lira era capaz de amansar a las olas;
Cástor y Pólux, hermanos de Helena y Clitemnestra; Heracles; Peleo, etc. Se
presentó incluso Atalanta, la única mujer de la expedición, famosa atleta y
gran luchadora.
El vellocino era la piel de un carnero alado, de lana de oro, regalo
de Zeus que, muchos años antes, Hermes le había llevado a Néfele, esposa de Atamante, rey de Orcómeno, para salvar
a sus hijos Hele y Frixo. Atamante decidió volver a
casarse y repudiar a Néfele, y su nueva esposa le convenció para que acabara
con sus hijos. Los niños huyeron volando hacia el Este sobre el magnífico
carnero alado. Sin embargo, durante el trayecto, la niña cayó al mar y se
ahogó, desde entonces ese mar recibió el nombre de Helesponto, es decir, el mar de Hele. Frixo en cambió consiguió
llegar a la lejana Cólquide, donde
lo acogió el rey Eetes, hijo del Sol.
Frixo sacrificó al carnero y le regaló la piel a Eetes, que la colgó de un
árbol gigantesco en el bosque sagrado de Ares, donde permanecía custodiada por
un terrible dragón.
La expedición de los Argonautas
Argo construyó una magnífica nave
con madera del monte Pelión siguiendo los consejos de Atenea. Colocó en ella un
madero de roble que tenía la facultad de hablar. La nave recibió el nombre de
su constructor, nave Argo.
Emprendieron la marcha y pusieron
rumbo a Oriente. Corrieron muchas aventuras, incluso llegaron a Lemnos, donde
la reina Hipsípila se hizo amante de Jasón y concibieron dos hijos. Luego
viajaron a Tracia para preguntar al adivino Fineo cómo llegar a la Cólquide,
pero para ello debían librarle de las Harpías,
que le atormentaban desde hace tiempo. Entonces prepararon una mesa llena de
alimentos y, cuando las Harpías bajaron del cielo para comer, les dieron
muerte.
La Cólquide
Siguiendo las indicaciones de
Fineo, llegaron ante las enormes Rocas
Simpliégades, que chocaban entre sí una y otra vez envueltas en niebla. Los
argonautas consiguieron atravesarlas y las rocas se quedaron fijas desde
entonces.
Después de visitar distintos
pueblos como el de las amazonas, entraron a la tierra de la Cólquide. Jasón se dirigió al palacio
de Eetes para pedirle el vellocino.
Eetes prometió dárselo si conseguía uncir dos toros salvajes de pezuñas de
bronce que expulsaban fuego por la boca, araba con ellos un campo y sembraba en
él unos dientes de dragón.
Eetes tenía una hija, Medea, a quien la diosa Hécate hizo
experta en hierbas y venenos, sortilegios y cantos capaces de apaciguar el agua
y el fuego, o detener el curso de los astros. La diosa Hera hizo que se
enamorara de Jasón y Medea le entregó a este un ungüento que le haría inmune al
fuego y a las heridas durante un día. También le advirtió de que, una vez
sembrados los dientes de dragón, de ellos brotarían guerreros gigantes, y le
aconsejó que lanzara una piedra entre ellos, pues con ello se matarían entre sí.
A cambio Jasón le juró amor eterno y le prometió llevarla a Grecia para casarse
con ella.
Una vez superada la prueba, Eetes
se negó a entregarle a Jasón el vellocino y proyectaba destruir Argo y a sus
tripulantes. Pero Medea huyó durante la noche junto a Jasón. Acudieron al bosque de Ares y llegaron al roble
infinito donde se encontraba el vellocino. Medea se lanzó frente al dragón que
lo custodiaba y, mirándolo fijamente a los ojos, al tiempo que entonaba un dulce
canto, lo hipnotizó. Huyeron así con el
vellocino.
Medea llevaba consigo a su
hermano menor, Apsirto, pero, al ver
que las naves de su padre iban a darles alcance, mató a su hermano y lo
despedazó para arrojar las partes al mar y conseguir que Eetes se detuviera a
recogerlas. Zeus, indignado por este crimen, les envió una tempestad y deberían
purificarse ante Circe, la tía de
Medea. Cuando llegaron a Eea, Circe los purificó del crimen. Después Jasón y
Medea se casaron.
El regreso a Yolco
Tras descansar un tiempo en
Creta, regresaron a Yolco, donde Jasón entregó a Pelias el vellocino. Este, sin
embargo, se negó a cederle el trono y, en su ausencia, había dejado que sus
padres murieran. Por ello Medea trazó un plan. Despedazó un viejo carnero en
presencia de las hijas de Pelias y lo coció en una caldera, sacándolo a
continuación convertido en un corderillo. Las hijas, convencidas, creyeron que
a ellas les ocurriría lo mismo y rejuvenecerían, pero al introducirse en la
caldera perecieron.
Jasón y Medea huyeron a Corinto, tuvieron dos hijos y vivieron
allí diez años, hasta que Creonte,
rey de Corinto, le ofreció a Jasón en matrimonio a su hija. Jasón repudió a
Medea.
Medea
A pesar de haber sido una esposa
fiel, una gran madre y haber sacrificado a su propia familia por Jasón, fue
repudiada. Además, Jasón le reprochó el no preocuparse por el futuro de sus
hijos, pues así vivirían como príncipes.
Medea fingió resignarse al
destierro, pero antes de partir consiguió que sus hijos le entregaran a la
nueva esposa, Glauce, un vestido
para la ceremonia. Glauce se lo puso y empezó a notar temblores, una blanca
espuma le salió de la boca y, finalmente, cayó abrasada en llamas.
Antes de que pudiera volver Jasón
al palacio, Medea acostó a sus hijos y les dio muerte. Al amanecer incendió su
casa y huyó a Atenas junto a Egeo en un carro con caballos alados que le había
enviado su abuelo Helio.