martes, 17 de marzo de 2020

Literatura Latina: La Historiografía

 LA HISTORIOGRAFÍA 

INTRODUCCIÓN
Roma fue un pueblo con grandes historiadores, muy distintos en sus concepciones y sus planteamientos. Son también múltiples los enfoques y usos que se hacen del relato histórico. Desde la biografía que da a entender que son los grandes personajes los que mueven los hilos del acontecer, hasta la recopilación exhaustiva destinada a impresionar y a reflexionar, pasando por los relatos históricos que son pretextos para propagandas personales.
AUTORES DE ÉPOCA REPUBLICANA
Los primeros pasos de la historia de Roma se encuentran en el trabajo de los llamados analistas, a finales del s. III a.C. El trabajo de estos personajes, muchos de ellos funcionarios con acceso a los documentos oficiales, consiste en levantar acta de los hechos políticos, religiosos y sociales más relevantes año a año. Un ejemplo es Fabio Pictor, quien nos habla de los enfrentamientos entre Roma y Cartago. Por su parte, L. Licinio Alimento, P. Cornelio Escipión y Postumio Albino escribieron en lengua griega aconteceres de la vida romana.
A partir de Catón (234-149 a. C.), los analistas escribirán en lengua latina. Este autor se propone llegar hasta los orígenes de Roma y así titula su obra: Orígenes.
Continúan esta tradición otros personajes como: Cneo Gelio, Q. Fabio, Calpurnio Pisón, Celio Antipater o Cornelio Sisenna.
Julio César (100-44 a. C.) fue un personaje controvertido, concitador de amores y odios tanto en vida como después de muerto, es, sin duda, una figura fundamental en la historia de Roma. Limitándonos a su faceta como historiador, su obra lleva por título Commentarii rerum gestarum (De bello Gallico en 7 libros y De bello civile en 3 libros). Hace gala de su prosa latina sin helenismos, sin arcaísmos, sin vulgarismos, sin barroquismos. Aunque casi siempre en estilo indirecto, inserta discursos en sus relatos, lo que contribuye a romper la monotonía. Se puede afirmar que allí donde llegó Roma, allí llegó César y allí quedó la huella.
Cayo Crispo Salustio (87-35 a. C.) fue contemporáneo de César, de quien fue amigo y colaborador. Prefiere centrarse en episodios concretos de los que, o bien es testigo directo o bien puede documentarse con gran exactitud, para extraer de ellos las pertinentes conclusiones. Son tres sus obras, dos de las cuales son bien conocidas: La conjuración de Catilina y La guerra de Yugurta. Las Historias que, pese a su nombre, narraban solo los sucesos del 78 al 67 a. C. han llegado a nosotros en estado muy fragmentario. La conjuración de Catilina narra el intento fallido de revolución protagonizado por Lucio Sergio Catilina, quien fracasó en su intento de conseguir el consulado el mismo año que lo obtuvo Cicerón (63 a. C.). La guerra de Yugurta narra el enfrentamiento bélico entre Roma y Yugurta, el rey de los númidas. Este conflicto tuvo lugar entre el 111 y el 105 a. C. Se interesa por el porqué de los hechos acontecidos. Salustio dice mucho con pocas palabras en estilo directo. Abunda en sus obras el llamado infinitivo histórico para llamar la atención del lector.
Cornelio Nepote (100-25 a. C.) fue amigo personal de Ático y de Cicerón, perteneció al orden ecuestre, pero prefirió dedicarse a las letras. Su obra De viris illustribus eran dieciséis libros de los que solo conservamos uno, en el que muestra biografías de generales no romanos (Aníbal, Amílcar, Temístocles, Alcibíades…) y las de Catón el Viejo y Ático. También nos han llegado dos sentidas cartas de Cornelia, la madre de los Gracos, dirigidas a uno de sus hijos.
Tito Livio (59 a. C.-16 d. C.) fue contemporáneo del emperador Augusto y se dedicó al estudio de las letras a finales de la República y comienzos del Imperio. Escribió la historia de Roma desde su fundación hasta la muerte de Druso en su obra: Ab urbe condita (Desde la fundación de Roma), en 142 libros. Para realizar este trabajo Livio encontró varios problemas: la falta de información, pues hasta la República la historia de Roma pertenece más a la leyenda que a la realidad; la imposibilidad de acceder a los archivos públicos y privados; y la carencia de formación política de tipo práctico, ya que jamás había desempeñado cargos públicos.
AUTORES DE ÉPOCA IMPERIAL
En los comienzos del Imperio la vida cultural se empobrece.
Valeyo Patérculo (19 a. C.-30 d. C.) compuso bajo el título de Ad Marcum Vinicium libri duo la historia del mundo grecolatino en dos libros, arrancando desde la guerra de Troya.
Valerio Máximo realizó una obra cuanto menos pintoresca: Factorum ac Dictorum Memorabilium libri IX (Dichos y hechos memorables).
Publio Cornelio Tácito (55-120 d. C.) es el gran historiador del Imperio. Personaje de familia noble, político activo que subió todos los peldaños del cursus honorum. Escribió un Diálogo de los oradores, Agrícola y Germania, pero son Historiae y Annales las obras que le han dado fama. Tácito piensa que la historia debe tener una función moralizante, se trata también de una obra científica y un documento literario.
Suetonio (75-160 d. C.) asistió a una mejoría de Roma en los aspectos políticos y culturales. La obra que ha llegado a nosotros es breve y pintoresca: Vida de los doce césares, doce biografías desde Julio César hasta Domiciano, escritas en un latín no muy elegante.
Amiano Marcelino (332-398 d. C.) escribió Res Gestae, obra que nos ha llegado incompleta. Abarcó desde Nerva hasta la muerte del emperador Valente (378).
HISTORIOGRAFÍA CRISTIANA

Reconocida el 313 la libertad oficial de culto para los cristianos por Constantino, comienza una avalancha de escritores doctrinales como S. Ambrosio, S. Jerónimo y S. Agustín.

Enlace a Almacén de Clásicas, "La Historiografía".